Gonzalo Moure lee Colmillo Blanco de Jack London

COLMILLO BLANCO, DE JACK LONDON

Uno de los libros más vendidos en el siglo XX. Fascinan los bosques, fascina la aventura. Siempre. No sé qué queda de esa fascinación en el siglo XXI, pero en el pasado marcó a toda una generación, de la que podría ser paradigma español Félix Rodríguez de la Fuente, que precisamente fue a morir en el corazón de los paisajes muchas veces descritos por Jack London.

Jack London fue escritor, por supuesto, pero si el mundo fijó sus ojos en sus páginas fue porque su figura respiraba autenticidad. Con apenas 17 años se enroló en una goleta de rumbos exóticos, con 19 ya había sido huésped de una penitenciaría, y había recorrido Estados Unidos a pie. Murió a los 40 años, con una vida plena en su equipaje. Escribir fue para él consecuencia de su vida. Todo lo que cuenta es zumo de vida. Y su mirada permanece, sus libros siguen estando entre los más leídos. Colmillo Blanco fue su propia enmienda a Call of the wild, La llamada de lo salvaje. Si en el primero era un perro con ancestros lobunos el que prefería el bosque al mundo doloroso de los hombres, en el segundo el camino es el contrario: un lobo con ascendencia canina que comienza a vivir en la cueva y el bosque, vive después la tortura y la perfidia de los humanos, hasta que al final encuentra a un hombre digno de la madre tierra, que le proporciona la felicidad. ¿Es eso lo importante?

Hay muchas líneas abiertas en la novelística de London, y muchas también en este libro. No las voy a marcar, pese a que para mí hay alguna fundamental. Me gustaría que las descubriéramos entre todos. Puedo dar pistas, claro. James Oliver Curwood, por ejemplo. Fue coetáneo de London, y escribió sobre los mismos temas. Fue autor de un par de libros muy directamente emparentados con Call of the wild y White Fang: Kazan, y Baree, son of Kazan. Escribió también sobre osos, y a una de esas novelas se debe la magnífica película de Annand, El oso. Curwood no fue tanto un aventurero como un observador. Empezó siendo cazador, pero su contacto con sus presas le hizo cambiar de bando, y vivió meses en las montañas observando a los osos para poder escribir sus libros sobre ellos. No tan brillante como London, cuya prosa nos remite más a los límpidos y directos grandes narradores norteamericanos. Pero conmovedor. Sus libros fueron en España inspiración y refugio de muchos enamorados de la naturaleza y la vida de los animales.

Otro referente, para mí, es Cormac McCartyhy. Incomparable a ninguno de los dos anteriores en cuanto a calidad literaria, en su trilogía de La frontera, tiene 135 páginas inolvidables, casi inexcusables. Son las primeras del segundo volumen, En la frontera, en las que narra la relación entre un adolescente y una loba a la que su padre envía a cazar y matar. Volveremos sobre esas 135 páginas, sin duda.

También me gustaría que alguien leyera un capítulo de otro libro, Elizabeth Costello, de J.M. Coetzee. El capítulo, que fue anteriormente editado con el título Las vidas de los animales como libro único, pero que no se encuentra en España salvo en el interior del citado volumen, es también imprescindible para mí. Y por último me voy a atrever a pediros a los que podáis o queráis, la lectura de un libro propio, Soy un caballo, editado por Kalandraka con ilustraciones de Esperanza León. Es el prólogo a otro libro, Tuva, en el que también trato de acercarme no ya al mundo de los caballos, sino a su alma. Estas lecturas podrían ayudaros a entender lo que siento cada vez que releo Colmillo Blanco o La llamada de lo salvaje.

Pero no quiero marcar el camino a nadie. Colmillo Blanco se puede leer independientemente de todas esas otras lecturas. Son simples orientaciones, y estoy completamente abierto a las vuestras, a los ecos que levante en vosotros su lectura.

Tenemos un precioso camino lleno de bifurcaciones por delante. Imaginemos que avanzamos por el Yukon en un trineo de perros, y que por la noche encendemos una fogata y, con el telón de fondo de los aullidos de los lobos y el resplandor de una luna llena tan cercana como limpia, leemos un libro. Colmillo Blanco, de Jack London.

P.D.- Hay muchas, muchísimas ediciones de Colmillo Blanco en España. No todas son traducciones perfectas, si es que éstas existen. Me gusta la cadencia que consigue María del Mar Hernández en la edición de Anaya, publicada en el 2000, ISBN 978-84-207-1229-1. Pero cualquiera que os parezca digna, estará bien. Obviamente, quien pueda leerlo en inglés, será un privilegiado. Se encuentra fácilmente en edición electrónica para e-books.