Marina Colasanti lee Pinocho de Carlo Collodi

Pinocho, un héroe mítico

Hay que presentarles “Las Aventuras de Pinocho”. Sucede que la palabra Pinocho abre ventanas de sol en mi alma, y tan solo puedo hablar de este libro en estado de amor. Olviden la película de Disney. Olviden las pequeñas adaptaciones, los souvenirs turísticos, el Pinocho estereotipado y comercial. Vamos juntos al encuentro de una marioneta de madera que tiene voz antes de tener boca, que crece sin aumentar un centímetro, que tan solo piensa el los buenos consejos después de olvidarlos. Vamos acompañar ese personaje irreverente y generoso mientras se desplaza en su propia historia llevado por el hambre y la pereza, hasta lograr cambiar su naturaleza.

“Las Aventuras de Pinocho”, icono de la literatura italiana y una de las piedras angulares da la literatura universal para niños, nació de manera totalmente casual. Igual que su personaje, empezó a hablar antes mismo de tener una boca definida. Su autor, Carlo Collodi no lo quería. A los 55 años tenia grande notoriedad, estaba jubilado, y era reconocidamente perezoso. Se hizo de sordo cuando su amigo Guido Biagi, editor de un suplemento semanal para niños, “Giornale per i bambini” (periódico para los niños) le pidió una historia para publicar. El otro insistió. Y de pronto, un día, recibió un sobre con unas tantas páginas escritas y una carta “ Te envío esas puerilidades, haz lo que quieras; pero si las publicas, tendrás que pagarlas bien para darme ganas de llevarlas adelante.” Bajo el titulo “La historia de una marioneta”, las “puerilidades” eran los tres primeros capítulos del futuro libro.

Se puede que Biagi no pagó tan bien cuanto Collodi necesitaba para tener ganas, se puede que las deudas de juego siempre presentes en su vida no fueran tan altas en ese momento, el hecho es que el pobre Pinocho fue asesinado por su autor muy pronto, en el capitulo 15, colgado en una rama de la Encina Grande, mientras la Zorra y el Gato, autores literarios del crimen, salían de la historia tranquilos, de patas limpias.

Pero así no lo quisieron los lectores que, enamorados de la marioneta, escribieron centenares de cartas al periódico pidiendo para hacerla volver. Por primera vez, Collodi se dio cuenta de lo que tenia en manos. Cambiando la niña de Cabellos Azules en un hada sacó su héroe todavía vivo de la rama, y siguió con la historia hasta el capitulo 36, en el que , ahora con final feliz y moralista, Pinocho deja de ser un muñeco y se transforma en un muchacho.

“Las aventuras de Pinocho” fue creado y publicado inicialmente como folletón. Y de folletón tiene la estructura: capítulos cortos ,conclusivos , pero que siempre remiten al próximo capítulo; narrativa lanzada siempre al frente, por veces olvidando totalmente hechos del pasado ya fuera del alcance del lector; secuencia casi vertiginosa de aventuras para garantizar el interés; formulas de final de capitulo para crear “suspense”, o como en la teledramaturgia brasileña, “ganchos” narrativos .

Pero aún siendo un folletón, “Las aventuras de Pinocho” es mucho más. Es un Bildungsroman, que coge el héroe cuando nace y lo acompaña a lo largo de sus aventuras y desventuras en búsqueda de su propia construcción, hasta el final consagrador. Ni siquiera hace falta el descenso al infierno – cuando Pinocho se convierte en un pollino – indispensable a la redención de todo héroe mítico.

Igualmente mítico es el nacimiento de Pinocho. No tiene madre ni padre, está contenido y oculto en un pedazo de madera, esperando – hace cuanto tiempo? – que lo saquen a la vida. Ya tiene voz y deseo de existir. No nace chiquitillo, como todos los bebes, sino con la misma edad que tendrá hasta el final del libro. Pero así como creció en secreto dentro del trozo de madera hasta esta edad, Pinocho sigue creciendo a cada capítulo dentro de su cuerpo inmutable, sin que nadie se percate. Hasta el Hada de Cabellos Azules se equivoca cuando en el capítulo 25 le dice “…tú no puedes crecer… porque los polichinelas no crecen nunca. Nacen polichinelas, viven polichinelas y mueren polichinelas. “

El Hada no se dio cuenta que Pinocho es más que una polichinela, y hasta el final estará segura de ser el artífice de su transformación. Ella no estaba presente, no existía todavía en el capítulo 2, cuando Geppetto revela el secreto del heróe : “ He pensado en fabricarme una linda marioneta de madera : pero una marioneta maravillosa…” . Es en el universo de lo maravilloso que se inscribe Pinocho desde el comienzo.

Pero llega bajo disfraz. Pinocho nace en plena miseria. No es un personaje burgués como Alicia o como los chicos ingleses de Peter Pan. Tampoco es un príncipe. La casa de Geppetto no es exactamente una casa, es un espacio simbólico, donde casi no hay muebles, donde la chimenea con el fuego encendido y la olla humeante son tan solo pintadas en la pared. Nace desnudo. Y sigue desnudo a lo largo de algunas aventuras y de ocho capítulos, hasta que, para ir a la escuela, el padre putativo le confecciona un vestidito de papel pintado, un par de zapatos de corteza de árbol y un sombrerito de miga de pan. Y Pinocho tiene hambre. Es el hambre, aún más que la curiosidad, que lo lleva por el mundo dando origen a sus aventuras.

La miseria de Pinocho es casi realista. Sus raíces están plantadas en las graves dificultades económicas por las que pasó el autor en su infancia , en la vida simples de las pobres gentes de Toscana, arraigadas a la tierra y al pan. El seudónimo de Collodi, que cambió su nombre Lorenzini por el nombre de la pequeña ciudad de su madre, nos dice de su identificación con el cotidiano popular que, a comienzos del siglo XIX , vivía todavía lejos del universo industrial y ideológico que luego dominaría el mundo. Sobretodo de los 15 primeros capítulos, llenos de dolor y de sorpresas, irónicos y amargos, escritos mientras el autor todavía no estaba conciente del deseo de su público lector, podríamos decir, sin que fuera una herejía, que Collodi creó una forma de realismo fantástico.