Felicidad Orquín llegeix Pippi Långstrump de Astrid Lindgren

SIGUIENDO LAS HUELLAS DE PIPPA

Pippa ha orientado, directa o indirectamente, la creación de otros autores que se planteaban escribir literatura para ñiños desde la autonomía de la pedagogía y una nueva perspectiva de la infancia. El gobierno sueco, consciente de la proyección de los personajes de la autora de Pippa, ha creado en 2003, un año después de su muerte, el “Premio Internacional de Literatura Infantil en Memoria de Astrid Lindaren” que se propone, entre otros objetivos, el reconocimiento de obras literarias en su línea de compromiso con los derechos de los niños.

En la primera convocatoria, el premio recayó en dos autores emblemáticos de la llamada “nuevas corrientes”: Christine Nöstlinger y Maurice Sendak.

Si queremos buscar un modelo de libro antiautoritario debemos de contar con Konrad o el niño que salió de una lata de conservas, publicado en alemán, 1975 (traducido por Alfaguara en el 79). En este libro Christine Nöstlinger, desde el humor y la fantasía que utiliza para interpretar la realidad, da vida a un personaje femenino inolvidable: la señora Bartolotti, que no es una niña sino una mujer de cerca de cincuenta años. Es un personaje simpático, estrafalario, nada convencional, quizá un poco infantil pero también inteligente y solidario que ejerce de contra-tipo de Konrad, el niño fabricado según el rígido modelo de “niño modelo” que defiende la educación autoritaria y que siempre pregunta: qué debe hacer.

Como en todos sus libros, parte de una situación real en la que introduce un elemento mágico o insólito para presentar al lector un texto muy divertido que trata temas como: los estereotipos sobre la edad, el papel de la mujer, la vida en soledad, estructuras familiares atípicas o los engaños de la sociedad consumista.

Christine no es nunca dogmática ni moralista. Virtudes y defectos se complementan y no cree en un mundo infantil totalmente feliz ni totalmente desgraciado, sino en un mundo en el que los niños y los adultos estén estrechamente vinculados como sucede en este libro. Y siempre aborda desde el humor las disparatadas situaciones que provoca la irrupción de un niño de siete años, que llega por correo en una gran lata de conservas, en la realidad de la vida cotidiana.

Se podría pensar que Konrad es una “obra abierta” que busca la intervención del lector, una lectura crítica que tome posiciones sobre lo leído. De hecho, el final del libro se cierra con un interrogante: ¿cómo tengo que ser? -se pregunta Konrad. Leyendo este libro de Nöstlinger, y también otros de la autora, uno siente la tentación de preguntarse ¿qué es eso de la literatura infantil? Y entre las muchas conceptualizaciones posibles, creo que la de Bruno Bettelheim es perfecta. “Para que una narración mantenga de verdad la atención del niño ha de divertirle y excitar su curiosidad pero para enriquecer su vida ha de estimular su imaginación, desarrollar su intelecto y clarificar sus emociones”.

Maurice Sendak es autor de una extensa obra como ilustrador, un clásico y maestro indiscutible, y también es autor de textos. A pesar de la importancia de toda su obra, no es difícil seleccionar un libro como Donde viven los monstruos, publicado en 1963 en Estados Unidos (traducido por Alfaguara en el 77). Fue un gran éxito, obtuvo premios importantes y críticas elogiosas pero también fue un cierto fracaso; pedagogos, padres y bibliotecarios lanzaron críticas durísimas contra el libro. Y durante un tiempo las bibliotecas públicas de Nueva York no lo incluyeron en sus compras, pero los niños hicieron suyo enseguida este álbum en el que se reconocían.

Era la primera vez que un autor aplicaba las teorías psicoanalíticas sobre la agresividad infantil a un álbum para niños pequeños. Los trabajos de Freud sobre la sexualidad infantil y la agresividad, la ansiedad, los miedos, los sentimientos ambivalentes de amor/odio serían contrastados por otros psicólogos y psicoanalistas. Piaget con sus estudios sobre el lenguaje, el pensamiento y la construcción de lo real en el niño contribuyó también a redefinir el concepto de infancia. Y años después, Bruno Bettelheim con su libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas (editado en EE. UU. en 1975) y también en artículos anteriores demostraba cómo los cuentos clásicos de hadas habían sido analizados desde el psicoanálisis y habían puesto al descubierto la violencia, la angustia e incluso el sadismo inherentes a la imaginación infantil. La historia de Max, el protagonista de Donde viven los monstruos, surge en este contexto cultural de “descubrimiento del niño”.

Disfrazado de lobo, Max persigue a su perrito intentando clavarle un tenedor. Su madre le llama monstruo y él le contesta: “te voy a comer” y le mandan a la cama sin cenar. En realidad, la censura sobre este libro no se debía tanto a la aparición de monstruos como a la agresión verbal “te voy a comer” que un niño exteriorizaba contra su madre.

Pero a Max no parece importarle el castigo y solo en su dormitorio empieza a jugar con su fantasía y se evade a un país lleno de grandes monstruos que le enseñan sus terribles dientes. Pero él, todopoderoso, les hipnotiza y se convierte en su rey. Después de la transgresión viene la búsqueda del perdón y Max añora un lugar donde alguien le quiere más que a nadie. Ya no desea ser el rey de los monstruos sino solamente un niño que cena.

En la última imagen, bellísima, vemos a Max, con el gesto del que se ha librado de un gran peso, contemplando la mesa en la que está la cena, aún caliente. Como en un espacio circular, el tiempo se ha detenido. Este final era necesario para calmar la angustia de la transgresión; por ello, todos los terribles cuentos de hadas tienen siempre un final feliz que restituye la confianza y la seguridad. Sendak defiende que tiene que haber elementos de angustia y misterio en los libros infantiles veraces porque lo fantástico sólo tiene sentido si alcanza las raíces profundas de la realidad. 4

Creo que la obra está ahora en las pantallas de cine de muchas ciudades. Su adaptación, con grandes medios y un sofisticado mundo de animación, ha contado con el beneplácito de Sendak, que ha elogiado el trabajo del director, Spike Jonze, porque ha sabido mantener una historia misteriosa e inquietante.