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L’enfant et les écrans. Un Avis de l’Académie des sciences.

Bach, Jean-François; Houdé, Olivier; Léna, Pierre y Tisseron Serge

Editorial: Paris: Le Pommier
Any: 2013
ISBN: 978-2746506497

En medio de la revolución tecnológica actual, y con toda la tinta que corre hace tiempo en la prensa sobre los peligros de Internet o de los dispositivos electrónicos para las nuevas generaciones, se agradece contar con un libro como El niño y las pantallas. Esta es la contribución más reciente de la Academia de las ciencias del Instituto de Francia -una institución de prestigio incuestionable- a un debate público las intervenciones en el cual carecen a menudo de datos sólidos y referentes autorizados. Significativamente elaborada en colaboración con la fundación La main à la pâte(cuyo objetivo es ayudar a la escuela, como garantía coral de la igualdad de oportunidades, a mejorar la calidad de la enseñanza de la ciencia y la tecnología), la obra se apoya en las aportaciones científicas -de la neurociencia, la psicología, la psiquiatría, la medicina, etc.- para proporcionar a los educadores (padres o docentes) un panorama general de la cuestión y una serie de recomendaciones específicas en pro del buen uso de las pantallas, consideradas aquí la cara más visible de la nueva forma de cultura que, iniciada en las últimas décadas del siglo XX, está experimentando una eclosión imparable en el siglo XXI: la cultura digital.
De hecho, lo que tenemos entre manos es un libro altamente informativo y documentado, analítico y expositivo pero también valorativo, escrito con la voluntad distintiva y explícita de convertirse en una guía práctica. Esta doble intención es muy evidente en la estructura y los contenidos de la obra: tras la introducción de rigor, se ofrecen de entrada veinticinco recomendaciones generales bajo siete cabeceras que indican sus temas principales (coincidentes con los hilos esenciales del tejido explicativo del conjunto): Principios; El niño antes de los 2 años; El niño de entre 2 y 6 años; El niño de entre 6 y 12 años; Después de los 12 años: el adolescente; Los riesgos patológicos y las pantallas, y La cuestión de la violencia. A continuación, hay un capítulo dedicado a explicar cómo usar el libro según las preguntas e inquietudes con que pueda dirigirse a él cada lector. Solo entonces se entra en materia propiamente dicha: pantallas y psiquismo, cerebro, comportamientos y usos. En los cuatro capítulos (bastante más extensos) que se dedican a todo ello (del 4 al 7), los cuales contienen un resumen inicial para facilitar el acceso del lector (o ahorrarle la lectura en su caso), se desglosan los diversos elementos relevantes de la relación entre el ser humano y las pantallas, con un soporte bibliográfico de primer orden, desde una doble perspectiva: lo que sabemos por la investigación científica y lo que nos hace falta pensar y hacer de cara a una óptima praxis socioeducativa. El capítulo 8 se focaliza otra vez en las buenas prácticas -y pues en la dimensión de guía-, justo antes de una conclusión y unos anexos (el último de los cuales es un glosario ciertamente útil) que remachan formalmente el clavo de la propuesta: un texto básico de consulta sobre los niños y los jóvenes y las pantallas con manual de instrucciones incorporado.

Cómo puede hacer prever todo lo dicho hasta aquí, la obra resulta francamente interesante por diferentes motivos. En primer lugar, recoge los pros y los contras demostrados -y el adjetivo demostrados es clave- de las pantallas; queda claro que los primeros son muchos -entre otras cosas porque activan partes diferentes del cerebro-, mientras que los segundos se derivan fundamentalmente del exceso y de la falta de regulación. Esto ayuda al lector a aclarar muchas dudas y poder situarse con conocimiento de causa. En segundo lugar, esta recopilación se hace de manera particularizada pero a la vez global, en un planteamiento que nos recuerda el hecho que no estamos hablando en absoluto, como puede parecer a veces en algunas opiniones o posicionamientos, de un fenómeno nuevo, sino de una realidad que se ha incrementado, transformado y extendido extraordinariamente en los últimos tiempos por medio de las nuevas tecnologías de la información. El cine, la televisión y los videojuegos, así, son considerados junto a los ordenadores, los teléfonos móviles o las tabletas, con los consiguientes enriquecimiento y ampliación de la perspectiva resultante (una perspectiva, cabe decirlo, compartida en muchos otros estudios, sobre todo en cuanto a los videojuegos). En tercer lugar, la posición de los autores es definida y está muy bien fundamentada. Los vectores de esta posición son básicamente dos. Primero: dada la imposibilidad de ignorar la omnipresencia y el peso creciente de las pantallas en la vida de niños y jóvenes, la única opción son la reflexión y la información permanentes y el aprovechamiento de su fascinación hacia el fenómeno para asociarla a la educación; se trata, pues, de conocer a fondo el potencial formativo, los efectos positivos y negativos y, en definitiva, las implicaciones a todos los niveles (un fin al que el texto contribuye enormemente con la incorporación de la investigación reciente sobre el tema) para poder actuar en consecuencia. De ahí el segundo vector: la apuesta por una educación que, vehiculada por padres y docentes, garantice la suma de la alfabetización digital a las actividades educativas tradicionales de los niños y niñas, potencie su conciencia reflexiva sobre la necesidad de los usos de las pantallas en beneficio propio y de los demás (es decir, de aquellos usos que no empobrecen la vida, sino que la enriquecen), asegure la moderación y la autorregulación al servicio del desarrollo cognitivo tanto en la niñez como en la adolescencia (la etapa más susceptible a los excesos y las prácticas problemáticas) y combine el pensamiento analógico (más lento, profundo, lineal, fijado e individual) y el digital (más rápido, fluido, espacial, flexible y social) en una alternancia óptima para el crecimiento y el aprendizaje personales y colectivos.

Cabe destacar, finalmente, que este libro constituye una herramienta orientativa no sólo útil, sino asequible para todos los públicos tanto en su forma como en su fondo. Todo se explica de manera comprensible y en un lenguaje bastante llano, y éste es un hecho menos habitual de lo que sería necesario en las obras que aspiran a la repercusión social sin dejar de incluir los datos científicos y respetar el rigor de la investigación. He aquí, pues, una lectura de primera para todo aquel que esté interesado en las pantallas, los niños y los jóvenes. Y tanto desde un punto de vista personal como profesional. Lástima que el texto sólo se encuentre en francés. Convendría que, dada la actualidad y el carácter polémico del tema, alguna institución asumiera su traducción a nuestra lengua.