Plug And play es una expresión inglesa popularizada en el campo de la informática. Se podría traducir como “conectar y usar”, y se refiere a la capacidad de un sistema informático para reconocer dispositivos externos de forma automática en cuanto son conectados (sin necesidad de configuración). Esta expresión sirve como punto de partida para la reflexión sobre la comunicación humana, propuesta por el realizador y animador suizo Michael Frei y por el diseñador de juegos y desarrollador Mario von Rickenbach, en la App que se llama precisamente así: Plug And play. Y es que en el paso de la informática a las relaciones humanas, esa posibilidad de “conectar y usar” adquiere nuevas connotaciones que, más que a la practicidad, pueden hacer referencia a la indefinición de algunos de los vínculos que se crean entre seres humanos.

Entrar en la App significa adentrarse en un mundo de estética minimalista (dibujos de trazos sencillos y esquemáticos en blanco y negro), donde los protagonistas parecen unas cuantas clavijas y tomacorrientes, algunas de ellas con aspecto antropomórfico, y unos dedos. La narración se inicia con un coro de música celestial que acompaña la salida de dos manos que van acercándose desde los laterales con el índice desplegado, en un guiño a La creación de Adán, de Miguel Ángel. Pero los dedos no llegan en ningún caso a conectar. Un aviso a navegantes antes de adentrarnos en las siguientes pantallas, en las que los enchufes toman el protagonismo, en una especie de viaje a ninguna parte, en el que las interacciones que van produciéndose parecen carentes de sentido, produciendo en muchos casos, el desconcierto del lector. Un desconcierto que está asociado al carácter simbólico de la obra, que convierte cada una de sus pantallas en metáforas o alegorías sobre la comunicación humana.

Frei elabora esta reflexión a través de una propuesta gráfica basada en el contraste, en un mundo que se nos aparece como binario. Un universo en el que los movimientos de tira y afloja, el ir y venir, el blanco y el negro, la clavija y la tomacorriente, el encender y apagar, el conectarse o no conectarse y el sí y el no, no parecen tener alternativas. Los pocos elementos que entran a jugar en cada pantalla se caracterizan pues por su presentación como opuestos y, al mismo tiempo, por su indiferenciación. Todos los enchufes y los interruptores que van apareciendo en las diversas pantallas tienen el mismo aspecto, por lo que el lector no puede diferenciarlos, imposibilitando así la individualización y el reconocimiento de los atributos que podrían hacerlos únicos y singularizar las relaciones que se establecen entre ellos.

Esta seriación de actos y relaciones, así como la aparente imposibilidad de conectarse más que de forma efímera, es una constante a lo largo de toda la propuesta. Pero puede que se aprecie con más fuerza en el momento en que una clavija y una tomacorriente entablan un diálogo sobre el amor (con unas voces que recuerdan más a las de dos asistentes informáticos digitales que a las de dos personas humanas). Una conversación con dos posiciones antagónicas que acaban reducidas a un simple sí o no, y donde el entendimiento parece imposible. Y es que para poder avanzar y cambiar de pantalla, la arquitectura de la App te obliga a mantener una postura de fuerza que nunca acaba encontrando consenso y que siempre acaba hiriendo a uno de los personajes.
El minimalismo caracteriza también la propuesta sonora de la App, que la mayor parte del tiempo se reduce a los sonidos que producen los interruptores, clavijas y tomacorrientes al interaccionar entre sí o con el lector-jugador. La música celestial aparece nuevamente en la última pantalla, en la que los dedos acaban convertidos en una nueva metáfora de las dificultades para conectar a nivel humano en un mundo dominado por la lógica de las redes sociales, donde la diferencia entre lo público y lo privado se difumina y la amistad tiende hacia nuevos significados.
Plug and Play es pues una App compleja, que necesita ser leída con calma y con la ayuda de un mediador que ayude a los jóvenes a interpretar su dimensión simbólica. Es también una App con un gran potencial para entender el proceder del entorno digital. Michael Frei y Mario von Rickenbach han diseñado una propuesta en la que el lector parece tener la libertad de elegir, pero en la que la interacción está dirigida para poder experimentar las sensaciones de incomunicación sobre las que se centra la obra.