La Aplicación The monster at the end of this book nace del álbum ilustrado del mismo título, publicado por primera vez por Golden Books en 1971 y que, con el tiempo, fue convirtiéndose en uno de los títulos más queridos y vendidos de la colección Sesame Street. Se trata de una fiel adaptación de un libro y una historia que parecerían haber sido pensados para el formato digital. Y es que, aunque la mayor parte de lectores que recuerdan sus lecturas compartidas infantiles del álbum siguen prefiriendo el libro en papel, las características de la narración lo convierten en un buen material para la creación de una aplicación.
The monster at the end of this book es eminentemente un relato interactivo, que fue escrito originariamente para trabajar con los más pequeños el significado de leer un libro de principio a fin. Al inicio de la historia, el lector se encuentra con Grover, uno de los famosos monstruos de Barrio Sésamo, que acaba de leer en la primera página que en la última página del libro hay un monstruo. Como él le tiene mucho miedo a los monstruos pide al pequeño lector que no pase las páginas, de ese modo nunca llegarán al final y nunca se encontrarán con la fiera. La historia juega pues, con mucho sentido del humor, con tres temas esenciales de la literatura infantil: la curiosidad infatigable de los más pequeños, el juego con lo prohibido y el miedo.
El relato prescinde por completo de la narración y utiliza como recurso la apelación constante del personaje-protagonista al lector. Se establece así un supuesto diálogo, en el que el lector nunca hace caso a Grover, quien intenta, de modos diversos, que éste no pase las páginas del libro. Y es en esos momentos interactivos cuando la aplicación puede ser más efectiva que el álbum. Cada vez que Grover inventa una forma de barrar el paso del lector, el niño juega directamente con los elementos y sólo cuando logra desmontarlos puede pasar la página. Así pues, en tanto que la interacción forma parte de la propia estructura del relato, las acciones que lleva a cabo el niño durante la lectura le sirven para hacer avanzar la historia y comprenderla mejor.
El uso del estilo directo acerca la estética del relato tanto al cómic como algunas de las historias de animación ya clásicas en las que, como en las de la Warner, existía una voluntad explícita de relacionarse con el público, introduciendo con ello elementos metaficcionales. Quizá por eso la aplicación no tiene la posibilidad de lectura autónoma. Y es que tanto la música, como los sonidos que acompañan las acciones de Grover o el paso de página, como los cambios de tono de la voz del protagonista forman parte del relato. Dichos elementos interactúan con algunos recursos gráficos del cómic que ya estaban presentes en el libro en papel, como la introducción de onomatopeyas para simular ruidos, el cambio de tipo, tamaño y color de letra para expresar emociones o el uso expresivo del marco de los bocadillos para transmitir mejor el clima y contribuir a la creación de la atmósfera de la página. Recursos que en la App se enfatizan con el movimiento y el sonido, consiguiendo acentuar los momentos humorísticos o la tensión narrativa del paso de página.
Todos esos elementos convierten The monster at the end of this book en una aplicación atractiva para los pequeños de la casa que ya estén acostumbrados a seguir el hilo de una narración. El hecho de sentir que toman parte de la historia, gracias a una interacción sencilla pero eficaz, así como el tono humorístico del relato, pueden convertirla, como ya sucediera con el libro, en una de las favoritas de los lectores.