Alex y el ratón de cuerda nos permite saber que es un cuento de Leo Lionni sólo de verlo, ya que los ratones de la cubierta son idénticos a los del álbum de Frederick y sigue su técnica de collage, el diseño muy pensado de la página, el texto bien visible en los fondos blancos, la expresividad del menos es más y todos los excelentes recursos visuales que, como ocurre con Frederick o Pequeño azul y pequeño amarillo, han convertido los álbumes innovadores de este autor en clásicos de la literatura para primeros lectores. Este que nos ofrece ahora la editorial Kalandraka es de 1969 y obtuvo la Medalla de Honor Caldecott cuando se publicó.

El cuento contrapone dos formas de vida, la de un ratón real, que debe estar siempre huyendo de los humanos armados de escobas, y la de un ratón de juguete, que es querido y mimado por su pequeña dueña. Un eco, pues, de la fábula de Esopo en su contraposición del ratón de campo y el ratón de ciudad, al igual que Frederick lo es de la fábula de la cigarra y la hormiga. Álex, el ratón real, y Guim, el ratón de cuerda, se encuentran en la casa y se hacen muy amigos. Pero Álex también querría ser amado e intenta su transformación mágica en juguete, justo en el momento en que en Guim es desestimado y arrojado como algo inútil. La solución, entonces, será transformar a Guim en un ratón real, un ser libre y autónomo que no depende ya de la estimación huidiza de los demás. Una fábula expresada con sutilidad, belleza y atractivo para los lectores infantiles.

Teresa Colomer