Goodby Berlín es una excelente novela juvenil construida como una road movie. Podemos hacer un listado de elementos de esta obra comunes a más o menos un millón de novelas juveniles actuales: protagonismo adolescente, narración en primera persona, escenario inicial compartido entre una casa acomodada pero con problemas (padre ejecutivo, madre alcohólica, en este caso) y el instituto de turno, con la descripción de algunos profesores, la chica que el protagonista ama, la alusión pertinente al sexo o la inseguridad y la lucidez del protagonista para explicarnos con todo detalle qué está pasando trufándolo con reflexiones agudas y sarcásticas. Bien, ciertamente todo eso está aquí, pero podemos decir que no molesta, o que tiene su lugar justo o que está perfectamente integrado en un relato que no nos deja respirar, donde empezamos por no saber muy bien qué está ocurriendo, a no ser que ha habido un accidente, que hay un chico herido interrogado por la policía y que otro chico ha desaparecido.
A partir de aquí el relato retrocede para explicarnos qué ha pasado. Y aquí interviene un dominio inusual de la escritura, el ritmo y la estructura, unos personajes sólidos y atractivos en su marginación desorientada, un viaje de descubrimiento en un coche robado por no sabemos muy bien dónde, pero en todo caso por carreteras secundarias donde hacen su aparición personajes tan fugaces como impactantes, la forja de una amistad sin fisuras y un encadenamiento de episodios llenos de velocidad, belleza, peligro y humanidad. Una novela para vivirla con intensidad y que, a diferencia de tantas, es digna y capaz de dejar huella perenne en el imaginario adolescente. Merecedora del Premio Nacional de Literatura Juvenil Alemana 2010.

Teresa Colomer