Imagina es una historia sin texto, un álbum de ilustraciones espléndidas, con reminiscencias clásicas y exóticas, para mirar y remirar durante mucho tiempo. Pero que, por otra parte, no se limita a lanzarnos a la maravilla de sus páginas, sino que tiene la gracia de tejer una historia especular, delicada y consistente.
La tira de la cubierta ya nos avisa de que «los mejores viajes son los que se hacen con la imaginación”. Y es lo que hace la niña protagonista de la historia para solucionar su aburrimiento cotidiano. En un recurso clásico donde los haya, se deslizará por una puertecilla fantástica que da a un mundo extraordinario. La puerta la ha dibujado ella misma en la pared con su tiza roja, una tiza con la propiedad de que las cosas que dibuja cobren vida, un recurso también bastante explotado, como en Otto es un rinoceronte, por ejemplo. Un patinete, una cometa y una pelota rojas quedarán abandonadas en el marroso mundo familiar, mientras que la tiza dibujará la barca, el globo aerostático y la alfombra -siempre rojos y destacados en la página- que permitirán viajar por mundos sorprendentes. Ahora bien, resulta que hay alguien más volando por allí: un vistoso pájaro lila que fusiona su historia con la valiente aventura de la niña, hasta que ambos escapan del peligro volviendo al mundo «real». Por supuesto que, para hacerlo, habrá que atravesar de nuevo una puerta, pero ahora esta pertenece a la entrada mágica del pájaro, y naturalmente, es de color lila. Cuando emergen en la calle de su ciudad, el pájaro reencuentra con alegría a su dueño y la niña hace un nuevo amigo: un niño con una tiza lila en la mano. Casi podemos oír el «clic» de la historia que se cierra … pero seguro la imaginación del lector andará ya buscando una puertecilla. No nos extraña que haya obtenido el Premio al mejor libro ilustrado infantil de The New York Times.

Teresa Colomer