Celebramos la iniciativa de la editorial A buen paso de reeditar este álbum que publicó inicialmente Fondo de Cultura Económica en el 2000. La cuidadísima y renovada reedición nos entrega una obra cuya calidad avalan reconocimientos diversos como la mención honorífica en el III Concurso Ilustrado A Orilla del viento o el primer puesto del V Premio Internacional del Libro Infantil y Juvenil 2000 del CONACULTA.

A primera vista, el álbum nos cuenta el viaje de la carta que la Sra. González envía al Sr. Lairla (y aquí ya emerge uno de los muchos interrogantes que plantea la obra: ¿Lairla? ¿no es éste el apellido del autor?) desde que la deja en el buzón hasta que la recibe su destinatario, en un estado tan lamentable que parece que haya recorrido medio mundo. Y, efectivamente, la carta ha pasado por escenarios tan inverosímiles como la garganta de un gigante, la oreja de un león o el fondo de un volcán. Las transiciones entre estos lugares tan diversos se realizan mediante bruscos encadenamientos textuales que utilizan el término de una comparación del final de una página (“abismo que engullía las aguas del río como la garganta de un gigante”) como espacio en el que se sitúa la acción al principio de la siguiente página (“El gigante, sediento, apuró la jarra…”). Estas rupturas de la lógica narrativa invitan al lector a entrar en el juego placentero que propone el texto entre la dimensión realista y la imaginativa del viaje que emprende la carta. En la reconstrucción de ese viaje sorprendente intervienen otros componentes como la ordenación numérica de la páginas que propone un camino de ida y vuelta (del 1 al 7 y otra vez de vuelta al 0) o la aparición de elementos cotidianos (tazas de café, peces de acuario, saleros…) en las ilustraciones de los paisajes por los que discurre el viaje.
La magistral construcción del álbum orquesta una variedad de detalles procedentes del texto, el formato y las ilustraciones que confluyen en la carta que la señora González escribió y en las resonancias que su lectura genera en su destinatario y en los lectores del álbum. Porque, si percibimos estos detalles en los que ”hay que poner todo el cuidado”, nos daremos cuenta de que el álbum utiliza el viaje de la carta como metáfora que evoca los sentimientos que la señora González volcó en la carta. Y, como avisa la contraportada, tanto niños como adultos pueden disfrutar “el viaje soñado de una carta”.

Ana María Margallo